“Pidió ayuda y no fue escuchada”: padres reclaman justicia por muerte de enfermera tras sufrir acoso
A la fecha, dos enfermeras del Hospital Clínico Viña del Mar han muerto tras denunciar acoso laboral. Pese a los testimonios de colegas que confirman la denostación que sufrieron, la institución no se ha hecho cargo ni dado explicaciones.
- mayo 23, 2021
Ese día las miradas de todo el país estaban en Villa Alemana. La joven Ámbar, de 16 años, tras ocho días desaparecida, era encontrada bajo tierra en el patio de la casa de la pareja de su madre.
Ese mismo 6 de agosto, pero a 600 kilómetros al sur, Claudia Escobar empezaba el día preocupada, pues no tenía noticias de su hija Florencia Elgueta desde la jornada anterior. Llamó al Hospital Clínico Viña del Mar donde trabajaba para saber si estaba de turno, pero no le dieron respuesta, más bien, se burlaron por su sobreprotección.
La preocupación aumentaba. Florencia no aparecía y desde Concepción Claudia llamó a un cerrajero en Viña del Mar para que abriera la puerta del departamento de su hija y descartar alguna tragedia. Pero no fue así.
A los minutos, Claudia se enteró a través del teléfono que su hija estaba muerta. Florencia fue encontrada sin vida por el propio cerrajero, quien además estaba acompañado del dueño del departamento y de una jefatura del Hospital Clínico.
Al día siguiente, Claudia y Jorge, padres de Florencia, llegaron a Viña del Mar a reconocer su cuerpo en el Servicio Médico Legal. Ahí se enteraron que a su hija le habían hecho una autopsia y exámenes toxicológicos. Fue entregada a sus padres el mismo día. La enfermera de 25 años fue cremada y velada en Concón, donde asistieron compañeros, compañeras y trabajadores del recinto de salud, menos los altos mandos.
Durante nueve meses, Claudia no se pudo levantar de la cama por el dolor y la pena de perder a su única hija. En pleno abismo, se enteró de otra muerte. Vanessa, una joven enfermera del Hospital Clínico Viña del Mar, se había suicidado por el presunto abuso de poder y acoso laboral que sufría, al igual que Florencia.
“Yo desperté con el suicidio de Vanessa”, relata Claudia. “Estuve meses aquí tirada en mi cama como trapo y cuando supe lo de ella, me di cuenta que esto no era un hecho aislado, que lo que le pasó a mi hija no fue algo fortuito”.
El 29 de abril se confirmó el suicidio de Vanessa Araya. La joven de 29 años había llegado al puesto de Florencia, luego de que esta falleciera en agosto del año pasado. Ambas fueron víctimas del hostigamiento, del egoísmo por parte de algunas compañeras y de la indiferencia de las jefaturas del Hospital Clínico Viña del Mar, tal como lo confirman múltiples relatos de colegas que las familias han ido reuniendo.
“La historia de mi hija es la misma que la de Vanessa. Fue víctima de hostigamiento y acoso laboral por parte del Hospital Clínico. Ella pidió ayuda y no fue escuchada”, aclara Claudia.
Esta es la historia de una joven profesional que mientras estaba en la primera línea de la salud con pacientes covid, era víctima de mobbing en un establecimiento donde se permitió y normalizó el abuso contra jóvenes enfermeras por parte de los altos mandos y donde las denuncias no fueron, ni son todavía, escuchadas.
Dos suicidios en menos de un año
El jueves 29 de abril, Vanessa Araya debía presentarse a las 20:00 horas a su turno en la UCI Covid del Hospital Clínico Viña del Mar, pero no fue así. Luego de que la familia fuera informada de su ausencia, fueron a su departamento y ahí se enteraron de la terrible noticia: Vanessa había decidido quitarse la vida.
La joven de 29 años venía siendo víctima de acoso laboral desde hace meses, hecho que pudo ser comprobado con los testimonios de su familia y de sus compañeras publicados en redes sociales que afirmaban el abuso.
La hermana de Vanessa, Javiera Araya, expresó en una entrevista televisada que ellos estaban al tanto de esta situación. “Vanessa nos contaba que a ella le hacían la ley del hielo sus compañeras en la UCI. Resulta que tenían que hacer procedimientos y no se los explicaban. También me contó un caso puntual, cuando ella tenía que entregar a un paciente y derivarlo a otra área, pero tomaban sus papeles y se los escondían”.
Javiera relata que Vanessa almorzaba en el estacionamiento del Hospital Clínico por el hostigamiento que recibía, y como familia culpan al establecimiento de salud, principalmente a sus jefaturas y compañeras que le hacían constante acoso laboral.
Claudia expresa que la historia de acoso de Vanessa es exactamente igual a la que sufrió su hija, aclarando que desde que llegó al Hospital Clínico Viña del Mar, Florencia ya le había manifestado del “ambiente de hostilidad que había entre las colegas”.
Desde junio de 2020, Florencia asumió el desafío de integrar el equipo de profesionales de salud que se encontraban en la UCI Covid. Ahí el hostigamiento y el acoso aumentó. Fue víctima del abuso de poder de sus compañeras y jefaturas: no le explicaban los procedimientos, cuando preguntaba algo la mandaban a estudiar y, en ocasiones, le impedían sentarse en turnos de más de 24 horas.
«Estas personas que molestaron y que hostigaron a mi hija, no les bastó. Estas personas siguieron haciendo lo mismo con Vanessa. ¿Por qué? Porque no pasó nada.»
La joven de 25 años, tal como lo confirman algunos profesionales que aún trabajan en el recinto, denunció los hechos a sus superiores, pero nada cambió. Incluso todo siguió igual y peor después de su muerte.
Según una nota de El Mercurio de Valparaíso, publicada el 8 de mayo, el doctor Paul Santillán, jefe médico de la Unidad de Paciente Crítico (UPC) aseguró que “aunque ella planteó problemas en el turno a su supervisor, este rechazó su traslado a Urgencias, y aseguró que no sabía que había problemas de acoso, maltrato laboral y bullying en el equipo que han sido denunciados por familiares”.
“No se hizo nada”, expresa categórica Claudia. “Cuando Florencia falleció, Vanessa fue a ocupar el puesto que mi hija había dejado. Yo no lo sabía. Estas personas que molestaron y que hostigaron a mi hija, no les bastó. Estas personas siguieron haciendo lo mismo con Vanessa. ¿Por qué? Porque no pasó nada”.
Antes de la pandemia, Claudia pasaba 20 días del mes junto a Florencia en Viña del Mar. La pandemia las separó. Desde ese momento, Florencia estuvo cinco meses sola saliendo del departamento al Hospital Clínico y del Hospital Clínico al departamento.
En esos momentos de distancia, la única forma que encontraron de estar más cerca y conectados fue a través de la tecnología.
“Aprendí a usar las redes sociales, como el Instagram, porque yo sabía que en algún momento, entre toda esta vorágine de trabajo que ella tenía constantemente, ella iba a tomar su teléfono. Yo tomaba una foto de mi galería de imágenes, la subía a Instagram, le ponía una música cursi y bonita, y la etiquetaba. Esa era mi forma de demostrarle que la mamá no podía estar allá, pero estaba con ella. Si no podía estar allá era porque mi hija tenía miedo de que me contagiara”, relata Claudia.
Nueve meses después del fallecimiento de su hija y al enterarse del suicidio de Vanessa, Claudia, en la misma cuenta de Instagram que se creó para comunicarse con Florencia, escribió una reflexión, el siguiente desahogo:
“En menos de un año, dos jóvenes chicas, enfermeras, han partido de este mundo terrenal y qué casualidad que ambas estaban en la UCI de esta clínica”, así comienza su publicación. “Hoy ya no es mi hija quien partió solamente, ya cargan en sus conciencias la vida de otra enfermera que también perdió su vida (…) ¿Qué más tiene que pasar? ¿Cuántas enfermeras más deben perder su vida? (…) Yo hablo por mi hija que ya no lo puede hacer. ¡Basta de abusos!”.
Luego de esto se hizo viral, público y mediático el caso de Florencia, que se suma al de Vanessa. Fue esa publicación la que marca el inicio de una lucha “para que ninguna otra enfermera sufra el acoso laboral que sufrió mi hija y Vanessa”, finaliza Claudia.
Las mujeres, las más afectadas por acoso laboral
El acoso laboral o mobbing corresponde a toda conducta que constituya agresión y hostigamiento, ejercida por el empleador o por uno o más trabajadores, en contra de otro u otros, por cualquier medio, y que tenga como resultado menoscabo, maltrato o humillación, o bien, amenace o perjudique su situación laboral, esto de acuerdo con lo establecido en el inciso de artículo 2 del Código del Trabajo.
Las sanciones por este tipo de delito, que deben estar contenidas en el respectivo reglamento interno de cada empresa, pueden variar desde amonestación verbal o escrita, multa de hasta el 25% de la remuneración diario o el despido del trabajador o trabajadora, aplicando la causal establecida en el artículo 160.
Según Andrea Rastello, presidenta del Colegio de Enfermeras Regional Valparaíso, en el ámbito administrativo “si por sumario se establece una responsabilidad por hechos de acoso de algún funcionario administrativo, le podría prohibir el hecho de desempeñar nuevamente en el servicio público por un período de cinco años”.
Con respecto a lo sucedido con Florencia, asegura que desconocían situaciones similares en dicha institución médica y que sólo se enteraron una vez que se dio a conocer el caso de Vanessa, “donde poco a poco comenzaron a aparecer cada vez más testimonios de personas que habían pasado por las mismas lamentables situaciones de acoso y maltrato laboral”.
“Efectivamente hemos recibido denuncias que hemos canalizado a las diversas instancias que existen, y hemos dado apoyo psicológico y asesoría legal”, asegura. Cuenta además que como Colegio de Enfermeras están levantando un catastro a nivel regional en el ámbito público y privado en temáticas de acoso, maltrato laboral y género.
«La envidia de sus colegas era tremenda, la ignoraban, la dejaban sola realizando más trabajo del que le correspondía. Muchas veces la encontramos llorando.»
A nivel nacional, la Dirección del Trabajo en los años 2019 y 2020, publicó que del total de denuncias recibidas, en el 60% (986) la afectada es una mujer, en el 35% de los casos no se identificó género y en el 4% el reclamante era hombre. En el sector público, según el registro del Servicio Civil, el 93% de las denuncias fueron hechas por mujeres.
Los estudios realizados por la Organización Internacional del Trabajo y en países de la Unión Europea, asocian el acoso laboral al estrés, alta tensión, competencia muy marcada entre colegas, menor estabilidad en el empleo y a una situación laboral precaria.
“El aumento creciente de contratos honorarios y de la precariedad laboral, especialmente entre las mujeres, parece crear condiciones propicias para la manifestación de diferentes formas de acoso. Estas condiciones de trabajo han contribuido a la manifestación de estos riesgos laborales, denominados riesgos psicosociales, que consisten en la posibilidad de sufrir un daño a la salud física o psicológica debido a aspectos negativos en la organización del trabajo, en las condiciones y medioambiente laborales y en las relaciones que se dan en los lugares de trabajo”, señala Andrea Rastello.
Se consultó al Colegio de Enfermeras si luego de recibir los testimonios de profesionales que han pasado por situaciones de acoso laboral en ese mismo establecimiento se repetían los nombres de quienes son acusados de cometer el abuso contra Florencia y Vanessa. Hasta antes del cierre de esta publicación, el Colegio de Enfermeras no se ha manifestado.
Historial de acoso: no más Vanessas ni Florencias
Tras la muerte de Vanessa, el recinto médico emitió diversos comunicados oficiales respecto a lo sucedido. El último dice lo siguiente:
“Frente a los hechos hemos dispuesto una investigación (…) En el intertanto, solicitamos a quienes corresponda, no hacer juicios precipitados o sólo basado en rumores o suposiciones; porque ello causa un gran daño y caen en acciones de acoso y bullying que según señalan, pretenden o intentan a su vez condenar”.
Pero los testimonios en contra del Hospital Clínico Viña del Mar que confirman la existencia de mobbing reiterado por parte de jefaturas, siguen llegando a la familia de Florencia y a medios regionales que han sido publicados anónimamente.
“A la presión de una unidad compleja con alta demanda en contexto pandemia, se sumó el acoso laboral por funcionarios, las cuales maltrataban, ignoraban, acosaban laboralmente, le realizaban la ley del hielo y omitían información de usuarios (…) Los encargados estaban al tanto de la situación, finalmente fueron encubridores”, cuenta uno de los testimonios.
Otro testimonio de una funcionaria del recinto dice: “Me di cuenta que sufría mucho bullying, acoso por envidia, porque ella era muy buena enfermera, buena persona y muy humana. Pero la envidia de sus colegas era tremenda, la ignoraban, la dejaban sola realizando más trabajo del que le correspondía. Muchas veces la encontramos llorando (…) Entre todos le dijimos que se fuera con licencia, pero ella quería seguir trabajando porque tenía mucha vocación, trabajaba con el alma”.
Los mismos funcionarios resaltan que no pueden exponer sus nombres porque “existe una amenaza constante de que no se puede decir nada”: “Muchos de quienes trabajamos aún aquí esperamos justicia para que esto termine porque ha sido siempre igual. Lo he vivido en carne propia”.
“Nos amedrentan. Me amenazaron con sacarme de mi servicio, que era mala funcionaria por reclamar lo justo. No soy la única que sigue en el Hospital Clínico y queremos que cambie todo esto. Haremos lo posible para que se sepa la verdad y, de una vez por todas, paguen por lo que le hicieron. Ayer fue Vanessa y Florencia, mañana podría ser yo”, relata otro testimonio.
Quien trabajó estrechamente con Florencia, pero renunció hace un mes, señala: “Estuvo ocho años viviendo esa clase de tratos de la jefatura hacia nosotras. Lamentablemente lo normalizamos y por el miedo a perder el trabajo nos callamos. El último año de la pandemia lo pasé mal, además de la carga laboral, me multaron por bajarme la mascarilla dos minutos en un turno de 24 horas, estando sola. No nos dejaban tomar ni agua. Me querían hacer firmar un documento y no lo hice. Salí enferma de esa clínica”.
Apareció además en redes sociales una cuenta creada hace una semana que busca funar a Claudia Escobar, madre de Florencia, publicando tres comunicados idénticos firmados por Isolina Véliz, Valentina Silva y Patricia Berríos, familiares de un alto cargo del Hospital Clínico Viña del Mar.
Dicen lo siguiente: “Lamentamos profundamente el fallecimiento de Vanessa Araya, creemos que en su caso la verdad debe ser investigada. Sin embargo, resulta doloroso y tremendamente indignante advertir cómo doña Claudia Escobar y Jorge Alcacibar han utilizado el dolor ajeno para fines propios desconociendo el verdadero acontecer de los hechos”.
Claudia y su familia afirman que sólo buscan que la realidad salga a la luz. “Yo lo que quiero es que se transparente esta situación que está normalizada durante años. Esta situación de acoso laboral, de trabajar bajo presión, de poner cámaras”.
En busca de justicia y verdad, ¿fue suicidio?
A nueve meses de la muerte de Florencia, Claudia cuenta que no ha sido contactada por ninguna jefatura del Hospital Clínico Viña del Mar, ni mucho menos de algún ministerio.
Claudia junto a su marido reconocen que durante todo este tiempo el luto los consumió al punto de no ser capaces de ni siquiera pensar en interponer alguna acción judicial: “Aún no hemos tomado ninguna medida contra el establecimiento, pero sin duda no la descartamos. No la descartamos en absoluto. Es más, pronto vendrá algo para ellos”.
Días atrás, el Hospital Clínico envió un comunicado a su equipo, subrayando que existe un sistema interno para denunciar casos de acoso o abuso. Sin embargo, en ambos casos, Florencia y Vanessa, el mobbing fue advertido a los altos mandos pero no existió ninguna acción por parte del establecimiento de salud, ni reforma, ni llamado de atención.
“Cabe recordar que contamos con un canal directo, disponible en nuestra Intranet, en caso de que cualquier miembro del equipo necesite dejar constancia de alguna situación anómala que enfrente o de la cual haya sido testigo. Sólo esta información formal nos permitirá detectar y corregir en tiempos prudentes cualquier situación contraria a nuestra política institucional”, dice textual.
Por su parte, el papá de Florencia aún no entiende a qué se refiere el comunicado interno con “información formal”, pues su hija denunció más de una vez lo que estaba ocurriendo en la UCI Covid y pidió que la cambiaran de unidad.
“Yo digo, ¿cuál es la información formal? ¿Habla de protocolos? ¿Cuáles? Además, si tú haces un reclamo de acoso laboral a la Inspección del Trabajo, ¿qué pasa contigo? ¿Cómo está protegido el trabajador? Lo siguen acosando, lo despiden, no le aseguran el trabajo”, reclama Jorge.
Otro punto que aún no está claro, es si la enfermera de 25 años falleció, efectivamente, a causa de un suicidio. El certificado de defunción de Florencia, hoy en día, apunta que la causa de su muerte está “indeterminada en estudio”.
Para cambiar ese estado, se debe realizar un informe complementario que depende de los exámenes complementarios que se le hicieron a Florencia. Sin embargo, según una fuente del Servicio Médico Legal, este informe podría “demorar hasta más de un año, debido a las fallas del sistema” que cuenta pocos recursos técnicos y humanos.
Claudia señala que los conserjes del edificio donde vivía su hija le relataron que antes de que Florencia se encerrarse en su departamento, las cámaras de seguridad la mostraron bajando a reciclar su basura. “Bajó las cajas de comida y las botellas de agua ahí mismo. Después de que hablamos ella compró por Mercado Libre unas cremas para el pelo. Entonces yo digo: ¿fue algo impulsivo, Florencia se quiso borrar o realmente fue un accidente?”.
También, describe el hallazgo de una jeringa en el departamento de su hija: “Yo vi una jeringa ahí con un líquido. Con un líquido y una mariposa. Yo vi que la jeringa tenía líquido del medicamento. Entonces, si tú te quieres quitar la vida, te lo chantas de una vez altiro todo, ¿no? Florencia trabajaba en la UCI y sabía perfectamente las dosis que podía dar”.
Al volver al departamento de su hija, Claudia y Jorge encontraron una medicina llamada Fentinilo, un narcótico que puede ser usado como anestésico y analgésico, y que algunos enfermos de cáncer o los que sufren dolores crónicos, tienden a usarlo.
“Se me cayó la ampolla de una de las mantitas de la cama. Tomé el medicamento. No lo conocía, así que lo googlié. Ahí me doy cuenta de que es un sedante que, si tú lo hueles, puede ser letal. ¿Qué pasó entonces? ¿De dónde sacó ese medicamento? ¿Lo sacó del Hospital Clínico o alguien se lo dio?”, se pregunta Claudia.
Junto a muchas personas, el pasado 12 de mayo, Claudia, Jorge y la familia de Vanessa realizaron una velatón en el frontis del Hospital Clínico Viña del Mar. “Fue muy emotivo. Fue precioso”, detalla Claudia, quien denuncia que los propios compañeros de Florencia le informaron que el establecimiento de salud había puesto cámaras para vigilar quién de sus trabajadores se quedaba acompañando la velatón y quién no.
“Pusieron cámaras y le prohibieron a todos los de la clínica que ni siquiera fueran a dejar una velita. De repente una enfermera se me acerca, me pasa una velita y me dice: ‘No me puedo quedar. Yo quiero estar aquí, pero no puedo’. Cómo son tan insensibles. Son dos compañeras de trabajo que ya no están y era el Día de la Enfermera. Pero no, se les prohibió. Son siniestros”, finaliza Claudia.
A través de una cuenta de Twitter creada para informar y visibilizar el caso de Florencia y el acoso laboral que sufrió en el Hospital Clínico Viña del Mar, acusan que Claudia y Jorge hoy están siendo amenazados. “Florencia Elgueta, enfermera de 25 años, murió víctima de abusos y hostigamiento laboral en el Hospital Clínico Viña del Mar. Hoy hostigan a sus papás para que callen. Que todos sepan lo que pasa dentro del HCVM”, detalla uno de los tuits.
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