El gobierno de las mujeres (y de Gabriel Boric)

Todas queremos ser partícipes y no espectadoras de este nuevo Gobierno. Seremos vigilantes y disciplinadas, como nuestras organizaciones lo son, para asegurar que Gabriel Boric y su proyecto de inclusión y dignidad no sea sólo una promesa de campaña.


Contactar al autor

Compartir artículo en:
Share on twitter
Share on facebook
Share on linkedin
Share on whatsapp

Hace unos días aquí en Contracarga, mi colega Alexis Moreira escribía con claridad sobre la muerte de la vieja política. Esa muerte tuvo velorio, funeral y responso con el triunfo de Gabriel Boric.

Y así como algunos procesos mueren, otros nacen, y nacen con una marraqueta de esperanza con extra levadura bajo el brazo. El nacimiento de varios de estos procesos tiene un componente imprescindible: las mujeres.

Es innegable que la masa feminista movilizada, organizada y autoconvocada fue parte de la receta ganadora de Boric. Sin el apoyo explícito de los movimientos feministas, el presidente electo quizás no se preciaría de tal hoy.

La Coordinadora Feminista 8M, el Observatorio de Acoso Callejero, y la Red de Periodistas Feministas son algunas de las organizaciones que sin tibieza alguna hicieron los llamados necesarios a sus adherentes y la ciudadanía en general a votar por el proyecto de Apruebo Dignidad.

Además de estos colectivos, muchas organizaciones territoriales se activaron y dejaron en suspenso sus trabajos de siempre para concentrar esfuerzos en la campaña por Gabriel Boric: volantear, puerta a puerta, inscripciones como apoderadas, entre otras actividades. Fue amplio el espectro de acciones constantes y estructuradas que permitieron que la propuesta de gobierno socialdemócrata llegara a donde en la primera vuelta no se había asomado.

Ni el sector socioeconómico ni la edad fueron factores relevantes. Todos los talentos, todos los contactos y todas las voluntades fueron aunadas: las que sabían estampar poleras, estampaban; las diseñadoras, diseñaban gráficas y material para difundir; las que tenían trabajo en los territorios, los recorrían y sumaban a más compañeras.

Un mar de talentos se puso a los pies del proyecto que nos salvaba de la ultraderecha y de un futuro que se vaticinaba gris y retrógrada. Sin exagerar, cientos de mujeres dejaron todo por encausar los votos de un país en la dirección contraria al odio, a la intolerancia y a la misoginia.

Junto con todas estas voces y miradas anónimas, los rostros conocidos que se hicieron parte le dieron un empuje único e indispensable. Izkia Siches como jefa de campaña se transformó en un catalizador de credibilidad y transparencia. El movimiento de actrices, escritoras, cantantes –de Chile y de todo el mundo– sopló la ola encrestada de esperanza por las elecciones presidenciales que, me atrevo a decir, nos tenía a varios con el viadil en el bolsillo.

Al día siguiente de que se proclamara como presidente electo a Gabriel Boric, La Tercera titulaba así una nota sobre la caracterización de las y los votantes, a partir de un algoritmo desarrollado por la plataforma Decide Chile: Mujeres menores de 50 años, el motor del triunfo de Boric.

Antes de cualquier análisis, se preveía que la población joven era decisiva para estas elecciones. Y así fue. Los y las menores de 30 años dieron el golpe de tablero, y la mayoría de ese bloque votante fueron mujeres.

Todas, sin lugar a dudas, queremos ser partícipes y no espectadoras de este nuevo Gobierno. Seremos vigilantes y disciplinadas, como nuestras organizaciones lo son, para asegurar que Gabriel Boric y su proyecto de inclusión no quede relegado a la categoría ominosa de “promesa de campaña”.

La desconexión frente a esta temática por parte de la derecha es impresionante, y a pesar de que hubo un acercamiento ínfimo cuando Kast enunció que la mujer sería algo central en su programa “renovado” para la segunda vuelta, este martes Evelyn Matthei osa escribir en Twitter lo siguiente: “Será que quizás nos faltó incentivar la participación de mujeres en primarias. ¿Ustedes qué opinan?”.

Mira, Evelyn, opino que, derechamente, les faltó humanidad. Por otro lado, el diputado electo Kaiser y su misoginia latente e innegable no les ayudó mucho con el voto femenino.

Lo que ustedes no entienden, derecha chilena, es que si  las mujeres por sí solas somos poderosas, organizadas somos implacables.

 

*Magda Escobar Haro es estudiante de Periodismo de la Academia de Humanismo Cristiano, activista de la Red de Periodistas y Comunicadoras Feministas y voluntaria del Observatorio de Prácticas e Instituciones Policiales, OPIP.

Ahora que has terminado de leer, queremos contarte que te necesitamos.

Contracarga es un proyecto que a pesar de tener pocos meses de vida, cuenta con decenas de miles de visitantes cada mes, chilenos que leen artículos explicativos, de análisis y de opinión sobre los conflictos más importantes de nuestros tiempos. Decenas de ellos han aportado para que sigamos haciendo periodismo independiente. Queremos seguir así, sin ataduras políticas ni comerciales, sin temor ni medias tintas, publicando las noticias que importan.

Creemos que nuestro mensaje debe expandirse a la mayor cantidad de personas, porque es importante que se entiendan los conflictos de nuestra era. También porque tenemos la convicción de que aportamos una perspectiva nueva, que busca la mayor objetividad posible, pero a diferencia del resto reconocemos que tenemos principios, como la lucha contra la desigualdad y por la justicia social, como nuestra convicción de que las mujeres deben decidir sobre sus cuerpos, y también nuestro compromiso en el combate contra el cambio climático.

Sin ti, todo lo que hemos construido corre riesgo. Te necesitamos. Hazte miembro por tan sólo 3 mil pesos al mes, ayúdanos a seguir adelante, y además podrás acceder a beneficios como un newsletter exclusivo con un resumen semanal de noticias, información anticipada sobre lo que publicaremos, charlas con el equipo, sorteos de libros y más. Gracias.