Haciendo Memoria: La intervención histórica del gremio de los camioneros en la discusión política

Hoy emplazan al candidato presidencial de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, pero en el pasado ya fueron parte de una maquinaria para derrocar a Salvador Allende, y en los últimos gobiernos han utilizado repetidamente las paralizaciones para lograr nuevos privilegios.


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“No queremos que el Estado de Chile, con plata de todos los chilenos, vaya en ayuda de un sistema de transporte en competencia desleal con los camioneros de Chile”. Esta fue la declaración que Sergio Pérez, presidente de la Confederación del Transporte de Carga en Chile (CNTC Chile), dio desde el mismísimo Palacio de La Moneda, sobre una incierta e hipotética idea de implementar una red ferroviaria.

Incierta, porque ningún sector –ni privado ni público– ha puesto en marcha un plan de vías por todo el país; e hipotética porque –al parecer– Pérez presume que con la ejecución del transporte ferroviario, los camiones sucumbirán en una debacle que, hasta el momento, nadie ha afirmado y ni siquiera insinuado.

Entonces, si de manera oficial nadie ha dicho algo sobre los trenes, ¿por qué el presidente de la CNTC emite estos comentarios?

La preocupación de Sergio Pérez no tenía como destinatario la ciudadanía ni el Gobierno, ni mucho menos, los mismos camioneros. Su mensaje iba enviado al candidato presidencial de Apruebo Dignidad (AD), Gabriel Boric, quien en su programa (de primera vuelta) propone desarrollar una política ferroviaria en la zona centro y sur del país.

“Ha sido noticia que se nos quiere reemplazar a los camioneros de Chile por Ferrocarriles del Estado”, expresó el presidente de la CNTC en la misma conferencia de prensa desde el palacio de Gobierno. “Nosotros queremos decir que no queremos privilegios, que queremos una cancha pareja”.

Lo extraño de todo esto es que el tema ferroviario no fue noticia hasta que Pérez lo mencionó en La Moneda, sin obviar que dejó muy claro que no quieren beneficios, o más beneficios, porque ya es de público conocimiento que las empresas de transporte de carga poseen privilegios que otros no tienen. Llevan más de 20 años recuperando el Impuesto Específico al Petróleo Diésel, se les aplica el régimen de renta presunta, no pagan impuesto verde y poseen el monopolio del transporte de carga.

¿Qué es lo que le preocupa, entonces? ¿Está en el programa de Boric quitar estos privilegios a los camioneros? ¿Es verdad que quieren reemplazar los camiones por trenes, como lo manifestó Pérez?

El programa de Apruebo Dignidad dice que desarrollarán “una política ferroviaria en las macrozonas centro y sur, dando continuidad a los proyectos que ya tienen algún nivel de avance e impulsando tres nuevos proyectos: Santiago-Valparaíso, Santiago-San Antonio y Santiago-Chillán-Concepción”.

En casi 230 páginas de programa es la única vez que se menciona a ferrocarriles. En ninguna parte dice que los trenes tendrán más privilegios que camioneros, tampoco dice que este medio de transporte reemplazará a los camiones, ni mucho menos vislumbra que vaya a existir alguna competencia desleal.

Al parecer, las suposiciones de Pérez se sustentan, una vez más, en un asunto político más que gremial. Emplaza al candidato de la oposición desde el mismo palacio de Gobierno, con el micrófono abierto para llegar a todo el país y por los medios hegemónicos que le dan cobertura a los mismos de siempre.

¿Es la primera vez que camioneros se inmiscuye en temas políticos? ¿Qué tan influyentes podrían llegar a ser los empresarios y transportistas? ¿Son gremialistas o políticos? Estos son los hechos más relevantes de la pugna entre camioneros y el poder. Estamos Haciendo Memoria en Contracarga.

Los camioneros que propiciaron el ambiente para el golpe de Estado

Por lo menos desde 1972 que los camioneros se han involucrado profundamente en política y no de una manera muy dialogante, mucho menos pacífica. La forma que han tenido –en casi 50 años– de entrar en la discusión pública ha sido a través de manifestaciones, mediante la realización de paros, cortes de ruta y, principalmente, interrumpiendo la cadena de suministros a todo el país.

Ya en el documental La Batalla de Chile (1975) de Patricio Guzmán se revelaban las verdaderas intenciones de la puesta en escena realizada por los camioneros en su paro nacional a fines de 1972, previo a los comicios del 4 de marzo de 1973 que renovaría el Congreso Nacional.

“El sector más duro de la oposición reafirma su estrategia. El Partido Nacional (de derecha) insiste en la necesidad de provocar la caída del Gobierno (de Salvador Allende) antes de las próximas elecciones parlamentarias. Para ello, impulsa una huelga de los transportistas que sirva de punta de lanza para generar una colapso general de la economía”, detalla el documental.

Según la película de Guzmán, la escasez de repuestos que existía en aquella época, fomentada por el gobierno estadounidense de Richard Nixon en su estrategia de bloqueo económico, creó las condiciones perfectas para que el Partido Nacional incentivara la huelga de camioneros.

Así, el 11 de octubre de 1972 se da inicio al primer paro de los transportistas, con apoyo de grandes empresarios y sectores políticos que “defienden la empresa privada y rechazan cualquier tipo de socialización de la economía”, detalla el documental.

La Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), que agrupa a productores y empresarios de la agroindustria y del sector silvoagropecuario, entregó su apoyo inmediatamente, y los grandes empresarios que integraban la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) suspendieron la producción en sus fábricas y las cerraron indefinidamente mientras durara la huelga de camioneros.

La huelga, que afectó gravemente la cadena productiva, perjudicando el suministro de materias primas e interrumpiendo la distribución a escala nacional, también contó con el respaldo de la Democracia Cristiana y el financiamiento del gobierno estadounidense, según reveló posteriormente The New York Times. Paro.

El “paro de los patrones” fue el inicio de una campaña sistemática y planificada para desestabilizar al gobierno de Salvador Allende y causar malestar en la población, y que terminó con el golpe de Estado de 1973 a manos de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad Pública.

Así, el gremio de los camioneros adquirió notoriedad, influencia, espacio en el poder y regalías. El rubro del transporte de carga se fortaleció en la Dictadura y a pesar de siempre tener privilegios y ser uno de los sectores con mayores beneficios, sus intenciones de estar en la discusión pública, de imponer cosas, de pedir otra y de realizar paros, continuaron con el retorno a la democracia.

Camioneros en el nuevo siglo y con mayores privilegios

Siete meses llevaba Ricardo Lagos como presidente de la República, cuando el gremio de transportistas anunciaba que haría una huelga indefinida si no se cumplían ocho puntos de su petitorio.

La petición de los camioneros apuntaba, principalmente, a la rebaja del impuesto al diésel, pero también exigían aumentar las tarifas de carga terrestre, postergar algunas disposiciones legales que según ellos perjudicaba sus intereses económicos, que se autorizara una mayor antigüedad del parque de vehículos de carga y que se les eximiera, por dos años, la obligación que tienen de capacitar a choferes en escuelas especiales para conducir camiones.

paro camioneros 2008
Paro de camioneros en 2008. ORDER_242

Pero la mano de Lagos era difícil de doblegar y luego de tres días, los casi cuatro mil camioneros que tenían cortadas las principales rutas del país y la cadena de suministros detenida depusieron la huelga. Ricardo Lagos les había dicho que no negociaría con ellos, mientras estuvieran en paro y así fue.

Luego de deponer la huelga se estableció una comisión que trabajó en los puntos que exigían los empresarios del transporte. La comisión estaba compuesta por el presidente de la Confederación Nacional de Dueños de Camiones (CNDC), Héctor Moya; el presidente del Senado, Adolfo Zaldívar; el presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (COC), Walter Riesco; y dos moderadores.

Durante el gobierno de Ricardo Lagos no se llegó a ningún acuerdo con los camioneros y ninguno de los ochos puntos que solicitaban desde un principio se aprobaron.

«Aquí se sigue equivocando el camino, conversando con gente que no tiene real representación en la zona donde se vive el conflicto histórico más grave que hayan tenido los camioneros en la histori.»

— Freddy Martínez, presidente de la Fedesur.

Sin embargo, ocho años después la historia se desarrolló de manera distinta. En mayo de 2008 y ante la sostenida alza de los precios de los combustibles, el nuevo presidente de la CNDC, Juan Araya, informó que a partir del 3 de junio de ese año los camioneros de Chile comenzarían una huelga de 48 horas a modo de “advertencia”.

“Nuestra gente está muy inquieta, porque el Gobierno no ha entregado soluciones”, expresó Araya en ese momento. Acusó de “indiferente” al Gobierno con un sector que “mueve el 93% de la carga del país”.

Dos días después de iniciado el paro, el gremio de transportistas lo fechó como indefinido. Sentían que el Gobierno no estaba haciendo nada y que nadie les estaba dando respuesta a su principal petición: la disminución del impuesto específico a los combustibles, que en ese momento era de alrededor de 52 pesos por litro de combustible.

La presidenta Michelle Bachelet designó al ministro de Transportes, René Cortázar, para que negociara con los camioneros, logrando llegar a un acuerdo.

Luego de cuatro días de movilizaciones el precio de los combustibles no bajó (que era la primera demanda del gremio transportista), pero sí los camioneros salieron ganando. El primer gobierno de Bachelet acordó devolver 80% del tributo ese mismo año y el 100% a partir del 2009. Esta devolución tuvo un costo de US$ 52 millones al Fisco.

Once años después y en medio del estallido social, los camioneros volvieron a alzarse. Acompañando a taxista, motociclistas y automovilistas particulares, los camiones se unen a la manifestación “No + TAG”, copando principales autopistas de la capital.

Junto a la ya conocida CNDC se unió a la manifestación la Asociación Gremial de Transportes de Contenedores de Chile (Agtracc). Recalcaron que era una movilización ciudadana y que los transportistas de carga sólo se unieron a la movilización porque compartían la demanda de la gente.

El motivo de los cortes fue el alza sostenido que han tenido los TAG. Sólo en el último año (2019) el cobro había subido en un 6,4% y alcaldes ya habían solicitado a las concesionarias, a través de la Asociación de Municipios de Chile (Amuch), que los precios se congelaran, por los menos por dos años.

A pesar de que los camioneros no realizaron paros, sí se movilizaron con los conductores por casi un mes, cuando finalmente el Gobierno –en medio de la crisis social, cambio de gabinete y violaciones a los derechos humanos– decida condonar el 80% de las multas de tránsito no pagadas.

El cuestionado paro de camioneros durante la pandemia

Corrían cinco meses de la pandemia, cuando varias agrupaciones de transportistas hicieron una huelga, cortando parcialmente carreteras e interrumpiendo la cadena de suministros hacia algunos sectores del país en plena cuarentena sanitaria.

El propósito del paro era que cada chofer pudiera trabajar seguro y que existiera algún tipo de resguardo estatal frente a los ataques y robos a las cargas de camiones, presionando al Gobierno y, principalmente, al Congreso para que apruebe algunos proyectos de ley que le beneficiaban al gremio.

Quienes se adherieron a la manifestación fueron la Confederación Nacional del Transporte de Carga (CNTC), la Federación Gremial de Asociaciones de Dueños de Camiones del Sur (Fedesur), la Federación Gremial de Asociaciones de Dueños de Camiones de la Quinta Región (Fedequinta) y la Federación Gremial de Asociaciones de Dueños de Camiones del Maule (Fedemaule).

El paro duró siete días, desde el 27 de agosto hasta el 4 de setiembre, y no estuvo exento de críticas y escándalos. Los principales cuestionamientos venían de la ciudadanía, que no apoyaba el paro en la situación que se encontraba el país. Cortar carreteras en pandemia significaba detener el traslado e enfermos, de medicamentos y de productos esenciales que la gente no podía comprar producto del confinamiento.

Quien también salió a criticar el paro fue la oposición, que cuestionó el petitorio de las agrupaciones de camioneros, sobre todo de 13 proyectos de ley (impulsados por el Gobierno) y que aún no eran aprobados en el Congreso.

Entre esos proyectos que las agrupaciones de camioneros solicitaban aprobar se encontraban la Ley de Modernización de Carabineros de Chile y Policía de Investigaciones, la Ley de Modernización del Sistema de Inteligencia, la Ley de Especialización de Policías, la ley que establece un estatuto de protección a Carabineros, PDI y Gendarmería, y la ley que introduce mejoras en la persecución del narcotráfico.

También estaba la ley que modifica el Código Penal para permitir la utilización de técnicas especiales relacionadas con las conductas terroristas y para aumentar las penas de usurpación de inmuebles y derechos reales, la ley que fortalece la fiscalización y persecución de los delitos de robo y hurto de madera, el proyecto que regula el estado de alerta para prevenir daños a infraestructura crítica y la modificación a la Ley de Control de Armas, la ley de reparación total de las víctimas de delitos de violencia rural y la Ley Juan Barrios.

Muchos de estos proyectos tienen que ver con el rubro del transporte, sin embargo, había otros que parecían ir en la misma línea que las propuestas y agenda del Gobierno, siendo cuestionados por, aparentemente, ser la medida de presión de presión del Ejecutivo para aprobar dichas leyes.

Sin embargo, ningún cuestionamiento se comparó a los surgieron posterior al 1 de septiembre.

Esa noche comenzó a circular en redes sociales un video donde se veía claramente a camioneros bebiendo alcohol, con música fuerte y acompañados de mujeres semidesnudas que les bailaban. Eso provocó el repudio transversal hacia la huelga y el comienzo del fin de la manifestación.

Finalmente, el paro se levantó el 2 de septiembre. El Gobierno llegó a un acuerdo y se comprometió a invertir más de $5.600 millones en infraestructura policial para las zonas criticas del sur del país y para programas de apoyo e indemnizaciones a las familias de conductores afectados.

En octubre de este año, camineros realizaron varias protestas en carreteras del sur del país por acuerdos no cumplidos del Gobierno. A pesar de que el ministro del Interior, Rodrigo Delgado, aseguró que han habido avances, el gremio transportista aseguró que eran insuficientes.

Las últimas declaraciones de Pérez

Precisamente en una reunión con el Ejecutivo, Sergio Pérez y otros dirigentes del gremio de los camineros asistieron a La Moneda a hablar sobre los avances y lo pendiente en las medidas que se acordaron el año pasado, y también sobre extender el estado de excepción en la macrozona sur.

En ese marco, el presidente de la CNTC emitió su declaración. Comentarios que Freddy Martínez, presidente de la Fedesur, criticó duramente.

“Lamentablemente aquí se sigue equivocando el camino, conversando con gente que no tiene real representación en la zona donde se vive el conflicto histórico más grave que hayan tenido los camioneros en la historia, donde se nos dispara a la cabeza y se queman nuestras herramientas de trabajo”, manifestó Martínez.

Por su parte, el aludido candidato presidencial de AD, Gabriel Boric respondió a través de Twitter que “Chile necesita más trenes y no menos. Para encontrarnos más, recorrer nuestro país, comunicarnos y mejorar la conectividad de nuestra larga y angosta tierra. Así que tranquilidad, que los cambios que vienen son para vivir mejor”, dándole a entender a Pérez que los trenes vienen a acercarnos y no a reemplazar los camiones.

Mientras, el presidente de la Empresa de de Ferrocarriles del Estado (EFE), Pedro Pablo Errázuriz, aseguró que más trenes siempre es una buena noticia, además de criticar las declaraciones de Pérez.

“Lo maravilloso que tiene el tren es que en los segmentos que es imbatible, es complementario de cualquier otro sistema. Más que competencia, son una intermodalidad. En donde el tren es imbatible, los camiones tienen alta dificultad”.

Y agregó: “El hecho de que el tren mejore hace que la carga sea más eficiente integralmente, y por lo tanto, se necesitan más camiones y más trenes”

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