¿Sistema presidencial atenuado o parlamentario? La discusión del nuevo régimen político en la Convención

Actualmente se barajan opciones para determinar si en la nueva carta magna Chile mantendrá su sistema presidencialista o tomará un giro hacia un régimen presidencial atenuado o parlamentario. Esa será la decisión de los convencionales. ¿Quiénes apoyan estos cambios?


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Sabemos que Chile posee un sistema de gobierno presidencialista, es decir, combina el liderazgo de un presidente de la República electo con un Congreso igualmente electo democráticamente, pero sin facultades gubernamentales. Esa es la realidad, hasta ahora.

La semana pasada la Convención comenzó el debate que determinará el régimen político del nuevo Chile. Las opciones son claras: un sistema presidencial atenuado –consiste en que las urgencias son compartidas entre el Legislativo y el Ejecutivo– y un régimen parlamentario –un primer ministro opera como jefe de gobierno electo en base a las fuerzas políticas del Congreso–.

También, los convencionales discuten si el Congreso debe mantenerse bicameral o cambiar a unicameral, es decir, sólo una cámara. El sistema de elecciones también está en juego. ¿Quiénes apoyan los cambios? ¿Qué regímenes son los más apoyados por los miembros de la Convención? ¿Cuáles son los más viables para el nuevo Chile?

El régimen presidencial que se adecuaría mejor al nuevo Chile

Y lo cierto es que 10 convencionales, de los 25 de la Comisión de Sistema Político, Gobierno, Poder Legislativo y Sistema Electoral, se han mostrado hasta el momento a favor de instaurar un régimen presidencial atenuado, luego le sigue el régimen parlamentario, sistema apoyado por ocho miembros.

Según María Angélica Benavides, doctora en Derecho y académica e investigadora de la Universidad Central (UCEN), “un sistema presidencial atenuado recoge la tradición chilena, en orden al presidencialismo, haciéndose cargo de los elementos que hay que corregir, para superar el presidencialismo exacerbado que existe actualmente”.

Llama la atención que esta alternativa no sólo fue apoyada por un sector político específico, sino más bien, de forma transversal: Raúl Celis (de Renovación Nacional), Maximiliano Hurtado (Partido Socialista), Marcela Cubillos (independiente con cupo de la Unión Demócrata Independiente), Cristián Monckeberg (RN), Marcos Barraza (Partido Comunista), Bárbara Sepúlveda (PC), Hernán Larraín (Evópoli), Arturo Zúñiga (UDI), Pedro Muñoz (PS) y Ricardo Montero (PS) son quienes la apoyan.

La segunda alternativa, el régimen parlamentario, es apoyado por el vicepresidente de la Convención, Jaime Bassa (independiente con cupo del Frente Amplio), Fernando Atria (independiente con cupo del Frente Amplio), Constanza Hube (UDI), Patricia Politzer (Independientes No Neutrales), Marco Arellano (ex Lista del Pueblo), Francisca Arauna (ex LDP), Guillermo Namor (INN) y Constanza Schonhaut (Convergencia Social). Mientras, La Tercera asegura que Rosa Catrileo (pueblo Mapuche) señaló en una entrevista ser partidaria del régimen semipresidencialista o atenuado, al igual que Fuad Chahín (DC).

“Es una opción [el régimen parlamentario] que se aleja profundamente de nuestra idiosincrasia e historia constitucional. Suele hablarse de él en momentos de crisis donde los gobiernos son los que debiendo impulsar políticas públicas o leyes no lo hacen. Pero este sistema no sólo no se aviene con nuestra tradición. Es un sistema que suele requerir partidos muy fuertes, aspecto en que actualmente el país está más bien en transición. Además, se diluye la responsabilidad de alguna manera la falta de avance legislativo”, asegura Benavides.

Las dos opciones están claras. Sin embargo, ¿resultaría beneficioso cambiar el actual régimen presidencialista en Chile? ¿Es efectivamente sistema presidencial atenuado o parlamentario una opción viable para el nuevo país que se está formando?

Para la académica UCEN, “el régimen debe ser atenuado. Incorporar por ejemplo iniciativas populares de ley, referéndums revocatorios. Esto se condice con los mayores grados de participación de la ciudadanía, sin que por eso signifique que los representantes elegidos –tanto presidente como parlamentarios– dejen de ser protagónicos en el devenir de la legislación nacional”.

Continúa: “Debe también haber mayor participación del Congreso en aspectos de obligaciones internacionales, especialmente la relevancia en la aprobación, ratificación, reservas y renuncia de tratados, por nombrar un ejemplo”.

¿Qué pasaría con el Poder Legislativo y el sistema electoral?

Si nos enfocamos en la discusión de fondo que hoy existe respecto al Poder Legislativo, la CC hasta el momento ha mostrado una clara inclinación por mantener ambas cámaras del Congreso Nacional, es decir, que su composición sea bicameral. La opción unilateral no tiene mayor respaldo político.

convención comision sistema político
Comisión de Sistema Político. CHILECONVENCIÓN

La alternativa más popular es apoyada por 10 de los 25 convencionales que asistieron a la primera instancia en discusión. Hablamos de Fuad Chahín (DC), Cristián Monckeberg (RN), Hernán Larraín (Evópoli), Guillermo Namor (INN), Pedro Muñoz (PS), Raúl Celis (RN), Maximiliano Hurtado (PS), Marcela Cubillos (INS-UDI), Arturo Zúñiga (UDI) y Ricardo Montero (PS).

El Congreso de Chile históricamente ha sido bicameral. “Si bien existen sistemas unicamerales, los países no deben cambiar drásticamente sus estructuras políticas. La historia y tradición hacen a un país, y se debe ser fiel a aquello que se ha construido en las grandes instituciones. El bicameralismo permite mayores grados de reflexión y discusión en torno al proceso legislativo, así como dar instancias diversas de participación ciudadana”, explica la doctora en Derecho, María Angélica Benavides.

«La Convención debería avanzar en un sistema de representación sin dejar de lado la soberanía popular.»

— María Angélica Benavides, doctora en Derecho y académica e investigadora de la Universidad Central (UCEN).

Sin embargo, la opción más débil igual mantiene adherentes, ocho respaldos para que el Congreso se componga de una única cámara: Tania Madriaga (ex LDP), Rosa Carrillo (IND), Marcos Barraza (PC), Jaime Bassa (FA), Marco Arellano (ex LDP), Bárbara Sepúlveda (PC), Francisca Arauna (ex LDP) y Rosa Catrileo (Pueblo Mapuche).

Respecto al sistema electoral, las opiniones están mezcladas. Chahín, Montero y Bassa defienden un sistema electoral mixto –un voto para elegir un representante y otro por un partido–, mientras que los convencionales Sepúlveda, Schonhaut y Namor, apoyaron un sistema proporcional –el actual Método D’Hondt–.

En lo que sí coincidieron es en mostrarse a favor de aplicar paridad de género, mayor y mejor representatividad territorial con escaños reservados y también algunos convencionales insistieron en la posibilidad de que la ciudadanía tenga la opción de votar por listas cerradas de parlamentarios.

“Efectivamente, hay que corregir el sistema de participación de distintos grupos sociales”, señala Benavides. “Esto incluye desde luego a las mujeres y a los pueblos originarios. Deben existir mecanismos que permitan un adecuado equilibrio entre la voluntad soberana del pueblo al escoger determinados candidatos/as respecto de otros/os y la representación de grupos que entregan perspectivas distintas a las discusiones.

Agrega: “Es así como la Convención debería avanzar en un sistema de representación sin dejar de lado la soberanía popular. El tema es complejo y debe ser abordado entonces desde la efectiva necesidad de incorporar a los grupos recién mencionados y mantener un adecuado reflejo de la voluntad del pueblo en las elecciones”.

Con respecto a las listas cerradas y otros mecanismos, la investigadora UCEN afirma que son legítimos. “No hay sistemas mejores que otros”, dice.

Sin embargo, “tal cual está actualmente la sociedad chilena, no es sostenible un sistema que no dé cabida a independientes cuando éstos reflejan un alto grado de adhesión popular. Ahí el desafío es encontrar un equilibrio, consensuado, que permita ordenar a las fuerzas políticas que existen en la ciudadanía, mediante el fortalecimiento de los partidos políticos, que son beneficiosos para la democracia, sin dejar de lado alguna referencia a independientes, cuidando que estos efectivamente reflejen proyectos de alta adhesión ciudadana”.

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