La escasez de agua amenaza a Santiago. El cambio climático no es el único responsable.
Aunque no hay una fecha estimada, Santiago y la zona central podrían quedarse algún día sin agua, según los expertos. A pesar de que el cambio climático es un determinante, otras acciones sobre la naturaleza podrían ser más perjudiciales.
- marzo 24, 2021
Puede sonar como nostalgia pura recordar cómo los ríos y lagos que visitábamos de niños eran mucho más caudalosos y profundos de lo que vemos hoy.
Los paisajes han ido cambiando y cada vez vemos más ciudades invadidas por la tierra seca y un café grisáceo reemplazar los verdes, que demuestran la falta de agua y la desertificación.
La disponibilidad de agua es un factor amenazante para un sector de la población, que puede profundizar la inequidades.
En 2017, un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) determinó que más de 5 mil personas habían tenido que migrar de Monte Patria, en la región de Coquimbo, durante los 10 años previos, debido a la intensificación de la sequía.
La escasez de agua, que provocó una significativa reducción en la producción de la agricultura, principal actividad económica de la zona, obligó a una porción importante de sus habitantes a salir de la comuna buscando alternativas laborales.
Dos años más tarde, en Putaendo, región de Valparaíso, los crianceros debieron sentarse a ver cómo morían sus animales por hambre y sed.
Además de la falta de disponibilidad de agua, la zona no cuenta con follaje ni pastos para que el ganado se pueda alimentar. Este escenario dejó en el sector unos 5 mil cadáveres sólo en esa comuna.
Mientras el desierto de Atacama avanza hacia el sur a una velocidad de unos 500 metros al año, cambiando el clima mediterráneo que ha caracterizado a la zona centro con matorrales y bosques esclerófilos por uno semiárido e incluso desértico, en Santiago, donde vive casi la mitad de la población del país, el suministro estuvo a punto de ser suspendido a fines de enero por unas inusuales lluvias que ocasionaron turbiedad de las aguas de los ríos, lo que ha sido vinculado al cambio climático.
Pero todo esto no sería únicamente, ni principalmente, por el calentamiento global.
“Hay un tema de sequía y cambio climático, que es innegable de todo punto de vista, pero yo te diría que es un problema menor, aunque te parezca raro”, afirma Leonardo Vera, doctor en Ciencias de los Recursos Naturales, Ordenamiento Territorial y Ruralidad y académico de la UNAB, quien trabaja con restauración y agricultura ecológica.
“El problema de la sequía y el cambio climático es quizás el más grave, el más difícil de dar la vuelta, pero que en este momento no es lo que más afecta. Lo que más afecta es la mano del ser humano, las malas prácticas frente a la naturaleza. Y, sobre todo, el saqueo”, enfatiza Vera.
El día cero de Santiago
El sistema frontal que afectó a la zona centro desde el 29 de enero de este año, con fuertes lluvias y bajas temperaturas, mantuvo en vilo a millones de santiaguinos ante la incertidumbre sobre la seguridad del abastecimiento de agua durante ese fin de semana.
Aguas Andinas explicó que el nivel máximo para potabilizar el agua no debía superar las 4 mil UNT (unidades netas de turbiedad), pero debido al fenómeno meteorológico de esos días, con aluviones y derrumbes, se había alcanzado “máximos nunca vistos”, sobrepasando las 60 mil UNT.
“El fenómeno climático es que la atmósfera se está calentando, producto del CO2 que el ser humano está inyectando a la atmósfera. Y cuando la atmósfera se calienta, cambia toda la conducta de todos los demás fenómenos climáticos”, asevera Fernando Santibáñez, profesor de agroclimatología en la Universidad de Chile.
Según el académico, esto “cambia la conducta de los vientos, de los mecanismos de circulación de aire que tiene la atmósfera, cambia el régimen de lluvias, el régimen de nubosidad, la relación, incluso la trayectoria de las corrientes marinas. Por lo tanto, un calentamiento de la atmósfera significa un cambio global de consecuencias insospechadas”.
Entonces, ante estos fenómenos, ¿es posible que Santiago se quede sin agua? El estudio “La Economía del Cambio Climático en Chile”, realizado por la Cepal (2009), indica que el río Maipo en el Manzano, si se mantienen las condiciones de uso de los derechos de agua y las tendencias climáticas, podría presentar una disminución de hasta un 11,7% en su caudal medio anual en el periodo 2035- 2065.
Ya que el río Maipo corresponde a la principal fuente de abastecimiento de agua potable en la zona del Gran Santiago, una disminución como esta podría afectar el servicio.
El problema de la disponibilidad de agua no atañe sólo a la población chilena. En Sudáfrica hubo incluso una fecha: el 22 de abril de 2018.
Una sequía había dejado a la represa más grande que abastecía a Ciudad del Cabo a apenas el 12,5% de su capacidad. Gracias a restricciones en el consumo de más de 4 millones de personas, finalmente el “día cero”, como lo denominaron, no llegó.
Aunque nadie ha entregado una fecha estimada para el caso de Chile, los expertos advierten que puede ocurrir. Para Leonardo Vera, “es solamente cuestión de tiempo que eso empiece a pasar en ciudades como Santiago”.
Según él, las razones por las que cada vez que llueve se enturbia el agua son “primero, porque estamos sacando agua cada vez más vulnerable. Segundo, porque la recarga es menor, por la sequía. Y tercero, porque antes, donde había bosques, donde había vegetación que podía parar los aludes, ya no la hay”.
Así, se suma un factor que no es consecuencia directa del calentamiento global, sino de la intervención a lo largo del tiempo del ser humano sobre la naturaleza: la deforestación.
“Da pena, porque la gente llega a las ciudades esperando que haya acá regularidad en el suministro de agua, y la verdad que aquí ni las empresas ni los gobiernos tienen la más remota idea de hasta cuándo va a durar la seguridad del agua”, critica.
¿Cuál es la situación del agua hoy en Chile?
Chile está ubicado en uno de los sectores del mundo que están sujetos a una disminución en la precipitación, que es la principal fuente natural de agua que tenemos.
Un estudio, liderado por el profesor Manuel Paneque, de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, y publicado este mes en la prestigiosa revista “Climate Dynamics” de Springer Nature, proyectó que las precipitaciones se reducirían entre un 20% y un 80% entre las regiones de Valparaíso y Aysén hacia 2100, dependiendo del alza de las temperaturas.
Estos números no deberían sorprender. Ya el estudio que la Cepal había realizado en 2009 mostraba resultados que apuntaban a una reducción entorno al 30% a finales de siglo para las precipitaciones anuales en Chile Central.
“Esto significa que las cuencas hidrográficas van a tener menos agua en el futuro, los ríos menos caudales, la nieve de la cordillera podría disminuir también”, explica Fernando Santibáñez. “Por lo tanto, vamos a tener que ser cada vez más cuidadosos con un recurso que se torna cada vez más escaso”.
Santibáñez es uno de los expertos que ha participado activamente de la difusión en esta materia desde el Centro de Agricultura y Medio Ambiente de la Universidad de Chile, y advierte que la desertificación avanza rápidamente desde el norte de Chile hacia la zona central.
El desierto, que antes llegaba hasta La Higuera, está acercándose a Ovalle, 150 kilómetros al sur. La zona hiperárida, con vegetación limitada a áreas concretas, ya está entre La Serena y Los Vilos y se está instalando en la región de Valparaíso, desplazando las condiciones áridas y secas desde lugares como Petorca hasta la región Metropolitana.
A marzo de 2021, existen un total de 77 comunas con decreto de escasez hídrica. En la práctica, el decreto permite dar herramientas para disminuir los efectos de la sequía, a través de la distribución de agua a las comunidades en camiones aljibe –recursos que entrega el Ministerio del Interior– y la posibilidad de que la Dirección General de Aguas (DGA) pueda redistribuir las aguas si los usuarios no logran ponerse de acuerdo, buscando disminuir los efectos de la sequía principalmente en zonas rurales.
«El problema de la sequía y el cambio climático es quizás el más grave, pero que en este momento no es lo que más afecta. Lo que más afecta es la mano del ser humano, las malas prácticas frente a la naturaleza. Y, sobre todo, el saqueo.»
Consecuencias sociales y migración
El agua puede profundizar las inequidades sociales al dejar a algunos sin posibilidades de acceder a ella, porque no va a tener los recursos económicos para implementar las soluciones.
“Una disminución de la lluvia y en la disponibilidad de agua puede al país representarle un aumento en la marginalización de una parte importante de las comunidades rurales, con insospechadas consecuencias sociales”, comenta Santibañez.
“Es decir, eso puede representar una migración masiva a las ciudades, con todo el costo que representa para el Estado el tener que implementar los servicios de atención social en las ciudades”, agrega.
Según el glosario de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la migración por motivos climáticos es el “movimiento de una persona o grupo de personas que, principalmente debido a un cambio repentino o gradual en el medio ambiente como consecuencia del cambio climático, se ven obligadas a abandonar su lugar de residencia habitual o deciden hacerlo con carácter temporal o permanente dentro de un país o a través de una frontera internacional”.
La situación en Chile refleja algunas de estas dificultades al cuantificar las migraciones climáticas, ya que son evidencias obvias del impacto de la megasequía en zonas del país, que afectan a la producción agrícola y a los medios de vida, según la OIM.
Algunos casos como estos se pueden ver en las crisis de Monte Patria entre 2006 y 2016, y de Putaendo en 2019.
Sequía o saqueo
Para Vera, la causa principal de los problemas de abastecimiento de agua y desertificación no es el cambio climático, ya que “la desertificación tiene que ver más bien con la tala de los bosques, con las malas políticas agropecuarias. Y tiene que ver con el saqueo del agua. Eso es mucho grave que el cambio climático, en términos de lo que estamos viviendo hoy día. Y eso que las sequías son caballas”.
Con ello se refiere a casos como la reciente denuncia contra una empresa agrícola de Andrónico Luksic (Agrícola El Cerrito) que usaba una bomba de extracción de agua “irregular”, la que llevaba varios años operando sin permisos, dejando sin suministro a los habitantes del Valle del Elqui.
Chile cuenta con un Código de Aguas que durante la dictadura y los años siguientes entregó derechos de aprovechamiento de aguas a privados, convirtiéndolo en el único país en el mundo en que el agua es privada y se tranza en un mercado. Actualmente más del 80% del agua consumida en Chile es destinada a la agricultura.
“Es un tema moral, no es un tema legal. Si la ley me permite hacer algo que es inmoral, no por eso dejo de ser un bandido”, comenta Vera sobre la legislación de 1981.
Así se pueden ver paisajes como el de Petorca, con hectáreas y hectáreas de laderas verdes donde están ubicadas las plantaciones de paltos, las que contrastan con el café del desierto que avanza sobre los predios colindantes. Ahí, los habitantes deben arreglárselas con la entrega de 50 litros diarios por persona en camiones aljibes.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona necesita en promedio 100 litros de agua para satisfacer las necesidades tanto de consumo como de higiene.
Los monocultivos agrícolas, eso sí, sufrieron una derrota el pasado 2 de febrero. La Corte Suprema dictó un fallo en que ratifica un dictamen de Contraloría que prohíbe este tipo de plantaciones en los cerros reemplazando bosque nativo. De esta forma se busca proteger a los ecosistemas que estaban siendo afectados por la plantación de especies foráneas en su suelo.
Diez mil hectáreas, que esperaban autorización de la Conaf, no podrán ser sustituidas por plantaciones agrícolas, lo que representa un 2,2% de la superficie de extracción de palta Hass del país. En total 435 mil hectáreas están destinadas a esta fruta.
Un panorama poco alentador
Según la Dirección Meteorológica de Chile, los últimos cinco años han sido los más secos de los últimos 50. De acuerdo a sus estimaciones, para el periodo entre 2030 y 2059 la temperatura media máxima de Santiago habrá aumentado en 2 ºC.
La investigación liderada por Paneque, por su parte, proyectó que las temperaturas mínimas y máximas subirían 2 ºC en el escenario más optimista, y 4º C las mínimas y 6 ºC las máximas en el más pesimista.
El estudio de la Cepal de 2009, en tanto, había proyectado que el promedio de la temperatura en el país aumentaría aproximadamente 1 ºC en los próximos 30 años, entre 1 ºC y 2 ºC en un periodo intermedio (2040-2070), llegando a un aumento de entre 3 ºC y 4 ºC a finales del siglo.
Los expertos no tienen buenas expectativas, porque toda la zona central está caminando a pasos agigantados hacia la desertificación completa y hasta el momento no se ha visto una planificación efectiva de parte de las autoridades.
En una entrevista con ADN, la ministra de Agricultura, María Emilia Undurraga, se refirió al déficit hídrico que afecta hace una década a Chile. Según comentó, pretenden atacar el problema mejorando las técnicas de riego para hacer un mejor uso del agua.
El agua en la Nueva Constitución
El derecho humano al agua es un tema que ha surgido dentro de los ejes a tratar en la nueva Carta Magna que se comenzará a redactar en las próximas semanas. Diversas organizaciones de la sociedad civil han hecho un llamado urgente a incluir el agua como un bien común y, por tanto, bien nacional de uso público.
Esta semana, conmemorando el Día Mundial del Agua, Greenpeace presentó la primera parte de los resultados de su encuesta “Agua y Constitución”, realizada durante enero de este año, que muestra las principales preocupaciones de los chilenos y chilenas ante la crisis hídrica actual.
Dentro de los datos más destacados del estudio, 89% de los encuestados cree que proteger a los miles de chilenos sin acceso a agua debe ser una prioridad en la Nueva Constitución, y un 88% considera que la falta de agua demuestra una desigualdad social inaceptable.
“Nos estamos secando y tenemos un modelo de gestión del agua anclado en la Constitución, que no la garantiza como derecho humano para las personas, ni tampoco protege sus funciones ecosistémicas”, explica Estefanía González, coordinadora de Campaña de Greenpeace.
En cuanto a las causas de la grave falta de agua en Chile, un 63% de los encuestados cree que es un problema de gestión de este recurso, causado por el aprovechamiento de los grandes sectores productivos y la débil legislación en torno al agua.
En tanto, 23% de los chilenos dijo que la principal razón está en la poca prioridad con que el gobierno actual aborda el tema medioambiental. Sólo 17% de los encuestados dijo que las razones del problema radican en el cambio climático.
“Si bien hemos visto en los sondeos que las personas reconocen el impacto del cambio climático en el país, al mismo tiempo identifican que la gestión del agua, precisamente en un contexto en el cual las lluvias irán disminuyendo, es de gran relevancia. Las personas tienen claro que si hoy son ellas las primeras en verse afectadas por la crisis hídrica, es porque tenemos graves problemas en cómo se reparte el agua que sí tenemos disponible”, comenta la representante de la organización.
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