Futuro postpandémico: Los cambios en nuestras relaciones afectivas, educación, economía y salud

Personas más afectivas y con mayor responsabilidad digital, un sistema de salud con enfoque comunitario, mayor igualdad para mujeres, jóvenes y migrantes en el trabajo, y una educación integral es cómo se imaginan cuatro especialistas nuestro futuro. ¿Será realidad?


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La vida de cada uno de nosotros ha dado un vuelco en 180 grados desde el inicio de la pandemia. Nuestras actividades ya no son las mismas de antes, nuestras formas de relacionarnos tampoco. Los cambios han sido radicales desde que se notificara el primer caso de covid-19 en nuestro país aquel 3 marzo de 2020. La primera gran pandemia del siglo XXI definitivamente nos ha transformado.

Nuestros hábitos de consumo son otros y hemos tenido que adaptarnos a una vida más relacionada con la tecnología que con el cara a cara, siendo más fácil para algunos y más complicado para otros. También nuestras formas de recrearnos han variado, la manera de trabajar, de hacer deporte, de estudiar, de festejar, hasta de amar. Incluso, hemos aprendido cosas nuevas, dominando temas –aparentemente cotidianos e incorporados– que hace tan solo dieciocho meses ignorábamos. ¿Tanto hemos cambiado?

No es la primera vez que la humanidad atraviesa por este tipo crisis. Es más, durante el siglo pasado tuvimos que pasar por varias pandemias, siendo la más dura y cruel de todas la de 1918. La “gripe española”, como se ha catalogado el brote de influenza virus A del subtipo H1N1, contagió a más de 500 millones de personas y superó los 40 millones de fallecidos, aunque el número aún se discute y podría ser mayor.

A la fecha, la pandemia por el coronavirus ha acumulado más de 230 millones de casos y supera los 4 millones 700 mil fallecidos. “Hemos superado muchas pandemias y crisis antes. Vamos a superar esta también”, expresó el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom, el 25 de marzo de 2020.

Efectivamente hemos superado otras crisis sanitarias como la actual y hemos sabido seguir adelante pensando en el futuro. Pero, ¿cómo lo hemos hecho? La historia nos dice que luego de episodios tan traumáticos como las pandemias, que acarrean consigo muertes, aislamientos forzados, confinamientos, cese de la producción laboral, modificación en la forma de educar y una alteración general de nuestras vidas, la sociedad cambia.

Después de la última gran pandemia de 1918, en el mundo se recuperó la economía –pero de manera desigual– con una década dorada de mercado en alza, el trabajo de mujeres aumentó —llegando a ser la quinta parte de la fuerza laboral en 1918– y se masificó el voto femenino, la tasa de natalidad creció con un 50% de nacimientos más de lo normal, hubo mayor liberación, un auge del nudismo e interés por el espiritismo. En Chile, la medicina preventiva cobró fuerza en la década de 1920 y se impulsó modernizar la salud pública.

¿Qué cambios sufriremos como sociedad cuando termine esta pandemia? ¿Qué se avecina? ¿Qué hemos aprendido? ¿Cómo deberíamos enfrentar el porvenir? Cuatro especialistas nos hablan de cómo será el futuro en la salud, la economía y el trabajo, la educación y, en general, en nuestras vidas. Una invitación a reflexionar si seremos los mismos cuando ya ni siquiera nos acordemos de las mascarillas, del alcohol gel, de las cuarentenas y de la incertidumbre.

Una sociedad con fantasías exacerbadas y con relaciones más afectivas

Para el psicólogo y académico de la Universidad Central de Chile (UCEN), Ricardo Bascuñán, la pandemia nos enseñó la frase que ya se ha escuchado en varias ocasiones de “que uno valora lo que tiene cuando uno lo pierde”. “Empezamos a mirar lo relevante que era para nosotros el contacto con otros: el abrazarse, el tomarse las manos y el besarse, revalorando la importancia del área interpersonal”.

En este sentido, la manera de vincularnos hoy en día ha estado permeada más de esperanza y nostalgia. Sin embargo con el pasar de los meses y ya cuando termine la pandemia, el psicólogo vislumbra una fase “adaptativamente desconfiada”.

Según Bascuñán, en esta adaptación hacia la nueva normalidad que nos plantea un futuro postpandémico, la sociedad se iría ajustando por medio de tres estados. Por un lado estarían los más temerosos, al contrario estarían los mas temerarios y también se encontrarían los resilientes.

“Va a haber gente que va a andar más atemorizada, aún con ese temor a enfermarse y en general con temor hacia todas las actividades de la vida. Otros, en cambio, van a ser más temerarios y no les va a importar mucho el uso de mascarillas, en ocasiones, tendiendo a tener una conducta más riesgosa. Y están los que se encuentran con esa postura más resiliente, de disfrutar el contacto con las personas y del autocuidado mutuo”, asegura el psicólogo.

Además de revalorizar nuestras relaciones, el académico UCEN sostiene que lo que también cambió radicalmente la pandemia fue nuestra manera de decirnos las cosas. “La gente se está atreviendo, y sobre todo hacia adelante lo hará aún más, a decir las cosas con mayor amor, con mayor cariño”.

“Me atrevería a decir que vamos a pasar a una etapa de revalorización de los contactos, de mejores y más respetuosos contactos humanos. La experiencia de haber estado en pandemia nos sirvió para construir lazos más sólidos, más afectuosos, construir vivencias con nuestros familiares que nos permitan seguir viviendo mejor. Yo apuesto ahí a que la mayoría de la gente va a hacer eso”, plantea Bascuñán.

En el ámbito digital, todos concuerdan con que esta modalidad llegó para quedarse y durante la pandemia fue parte importante de nuestras vidas, incorporada al mundo laboral, educacional, de la salud, e interpersonal. Este periodo de virtualidad a la fuerza, nos llevó además de adaptarnos a una nueva modalidad (sobre todo a los más grandes), a enfrentar también mayores responsabilidades.

Se han cometido muchos errores dentro de la virtualidad y se seguirán cometiendo, sin embargo, para el psicólogo y académico esta experiencia de forzar lo digital nos llevará a “ser personas conscientes con el uso de la tecnología, a usar de manera más responsable estas herramientas y tener más cuidado con respecto a nuestra honestidad”, especialmente en las aplicaciones de citas que durante el confinamiento y las cuarentenas vieron aumentado su número de suscriptores.

Y es que los vínculos sexoafectivos también se vieron perjudicados durante la pandemia. Muchas parejas dejaron de verse, afectando su relación, y quienes estaban viviendo juntas tuvieron que experimentar la “doble presencia”: estar trabajando online y también haciendo cosas como viendo a los hijos, lavando, cocinando o planchando en la casa.

Bascuñán asegura que el impacto de haber atravesado una pandemia nos llevará en términos sexoafectivos a una “exacerbación de la fantasía”, sobre todo teniendo en cuenta que cada vez son más las personas que se encuentran tecnologizadas. “El deseo sexual se va a ver incrementado con la fantasía. En esta lógica de la virtualidad y de que aún existan personas que teman el contacto presencial, sin duda va a provocar que se creen realidades paralelas y que las personas elaboren realidades de relaciones sexuales, no tan sólo caracterizadas por la afectividad”.

La pandemia no ha dejado indiferente a nadie y ninguna persona pudo aislarse o apartarse de esto que nos atravesó a todas y todo. El psicólogo de la UCEN asegura que “todos en algún momento hemos recibido algún tipo de impacto producto de la pandemia, pero la invitación es a tomarlo como un oportunidad para crecer, para poder tener mejores relaciones interpersonales, para reconstruir y arreglar las cosas que la misma pandemia les destruyó”.

“Yo espero que en el futuro seamos mejores”, finaliza.

Educación humanizada e integral

María Victoria Peralta –académica y Premio Nacional de Educación 2019– cree que urge llevar a cabo un sistema educativo integral después de la pandemia. Según su visión, en la actualidad hay demasiadas asignaturas con demasiados contenidos, que no se encuentran “relacionados a las demandas del mundo actual”.

“Hoy estamos enseñando una educación muy desvinculada de lo que pasa afuera. Los chiquillos se quejan mucho, por algo hicieron lo que hicieron. Veían que había problemas en Chile que no estaban siendo abarcados en clases: las pensiones de sus abuelos, los problemas en sus casas con los padres; mientras en la educación estaba enseñándoles los fenicios”, apunta.

futuro postpandémico
Madre ajustando mascarilla de niño. PROSTOOLEH

La académica propone “una educación humana, integrada y vinculada con el entorno”. “No solamente que el niño tenga que saber matemáticas, ciencias o química; sino primero valores fuertes, conciencia ciudadana, desarrollo sostenible, vida saludable, alimentación sana. (…) Ahora en internet uno encuentra todo lo que quiera, entonces lo que hay que enseñar son habilidades, actitudes, tendencias, formas de trabajar, pero atosigar a las niñas, niños y adolescentes con conocimientos que ellos mismos, a veces, saben mucho más que nosotros mismos, no tiene sentido”.

Según la profesora, hoy nos encontramos en un momento clave para comenzar a hacer estos cambios profundos en la educación con miras hacia el futuro: “Si no lo aprovechamos ahora, no vamos a tener otra oportunidad. Porque hay que cambiar esta falta de solidaridad, esta falta de conciencia y de espíritu ciudadano. Hubo indiferencia de algunos sectores a lo que estaban viviendo otros sectores más desposeídos y eso no puede volver a pasar”.

«Todos tenemos que hacer algo para vivir mejor, sino en 50 años más las nuevas generaciones, ¡qué tierra, qué planeta, qué Chile van a tener! Ahí está el camino que nosotros debemos pavimentar para las nuevas generaciones.

— María Victoria Peralta, académica y Premio Nacional de Educación 2019.

En el almuerzo que la Premio Nacional de Educación 2019 tuvo hace unos días tuvo con el presidente de la República, el ministro de Educación y la ministra de Cultura para recibir su reconocimiento dos años después, asegura que todas estas cosas las planteó a las autoridades, lo que ocasionó que dos horas más tarde de dicha cita fuera invitada a formar parte una mesa de expertos en el Mineduc.

“Todos tenemos que hacer algo para vivir mejor, sino en 50 años más las nuevas generaciones, ¡qué tierra, qué planeta, qué Chile van a tener! Ahí está el camino que nosotros debemos pavimentar para las nuevas generaciones”, asegura.

Y es que poner la educación en el centro de todo es lo que más importa hoy a la profesora con miras hacia el futuro, siendo fundamental la participación de todos los sectores posibles, principalmente, la familia, las instituciones educativas y los medios de comunicación.

Preocupa hoy a la académica que en esta época histórica, de construir una Nueva Constitución y por tanto repensar Chile, la educación no se encuentre en el centro del proceso constituyente. “La Convención ha creado comisiones y subcomisiones y no aparece educación. Yo he escrito varias columnas haciendo alusión a esto y a que hay que poner la educación en primer lugar, porque es esta la que construirá una nueva sociedad”, asevera Peralta.

“Hay que resignificar los valores, los contenidos y casi muchos aspectos, porque a veces nosotros decimos: ‘Pero por qué los jóvenes no se interesan’, y bueno porque nosotros estamos con los contenidos de mi época. Hay que resignificar el respeto a la diversidad, al diálogo que es lo que nos está fallando a los chilenos tremendamente. De eso hablo cuando hablo una educación más humanizada”, expone.

Economía que mejore las condiciones laborales de segmentos vulnerables

Con miras hacia al periodo posterior a la pandemia, Orlando Balboa, académico de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), considera que es fundamental enfocarse en mejorar las condiciones laborales de los “segmentos vulnerables” que ha dejado la pandemia y que ya venían de antes: la mujeres, los jóvenes y los migrantes.

“El sector público y los partidos políticos deberán dar señales claras en paridad de género laboral, más que dejarlo al voluntarismo, es fundamental dar señales en concreto de cómo van a ir nivelando la cancha. Dar oportunidad a las mujeres de ocupar cargos en las altas gerencias públicas, mayor presencialidad en los partidos políticos, mayor acceso a la educación y beneficios para adquirir mayores herramientas para el mercado laboral”, especifica.

Según Balboa, “la evidencia lo que muestra es que las mujeres constantemente son discriminadas, pues para mismos cargos tienen que tener más años de escolaridad. Las mujeres hoy tienen que invertir más años en educación, e incluso así, reciben menos ingresos con el mismo nivel educacional que los hombres”.

“Aquí nuevamente recordamos la importancia de que la autoridad económica pueda responder satisfactoriamente de que las personas, especialmente mujeres, puedan conseguir un empleo rápidamente que reduzca el desempleo y minimice la vulnerabilidad de los ingresos familiares a corto plazo porque la ayuda fiscal no podrá ser persistente en el tiempo”, añade.

En el caso de jóvenes y migrantes, Balboa sostiene que hay que asegurar que a futuro y frente a otro tipo de crisis este grupo vulnerable no vuelva a ser, al igual que las mujeres, uno de los más afectados y apunta a que este mejoramiento tiene que ver con “las políticas de capacitación y los programas de empleo”.

“El Gobierno tiene que poner énfasis en apoyar y ayudar a estos grupos vulnerables para que no pierdan sus empleos y si los pierden, puedan recuperarlos rápidamente. Yo creo que falta un diagnóstico un poco más profundo de la cultura en el mercado laboral. El futuro tiene que venir de la mano de políticas de capacitación, de empleo y más sociales por parte del Gobierno”, agrega.

Durante la pandemia, se ha demostrado que, en general, ciudadanos comunes que no tenemos gran conocimiento en economía y negocios, carecemos de las herramientas necesarias para enfrentar este tipo de crisis. Es por eso que en materia económica, Balboa propone un mayor y mejor acceso a una educación financiera más cercana, pensada en la comunidad y amigable para la gente que no es del área de economía.

Futuro postpandémico trabajo.
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“Tener cursos gratuitos para gente que no siendo economista pueda tener acceso, principalmente, a una educación financiera. Por ejemplo, qué lo que es una tasa de interés, cómo fijarse a la hora de cotizar y ver créditos, qué significan los contratos, qué es la inflación”, expresa.

Para esto, Balboa sostiene que debe existir a futuro “una política que involucre al Estado, a las universidades, y también a los colegios y el sistema de educación en general”. Al igual que Peralta, manifiesta que se requiere “una educación integral”: “Tú no puedes tener un curso de matemáticas si no está conectado con un curso de educación financiera, o la historia no esté conectado con lectura y escritura”.

Sin embargo, el académico Usach asegura que un mayor conocimiento financiero no va a impedir que un periodo de incertidumbre, como una pandemia, no afecte tu bolsillo; pero sí podría entregarte herramientas para estar mejor preparado frente a los atropellos que traen este tipo de crisis.

«Los daños que quedarán postpandemia serán tremendos (…) Cuántas familias perdieron seres queridos de un momento a otro producto de la pandemia y otras personas que perdieron familiares, no por el covid, por enfermedades que no se pudieron tratar a tiempo.

— Roxana Krumell, enfermera, académica y encargada de proyectar la nueva carrera de Enfermería en la UAHC.

“No sacas nada con saber educación financiera si el banco no te va a prestar plata, porque perdiste el empleo. Lo que sí te puede ayudar, más bien, son para cosas como los abusos contractuales, los derechos laborales, pero no te va a mitigar el problema de las crisis”, recalca.

Salud comunitaria y preocupada de la salud mental

“Uno de los desafíos posteriores a la pandemia es darle duro al tema de la salud mental”, expresa Roxana Krumell, enfermera, académica y encargada de proyectar la nueva carrera de Enfermería en la Universidad Academia de Humanisno Cristiano (UAHC).

“Los daños que quedarán postpandemia serán tremendos. Ya veníamos con condiciones particulares de salud mental, pero además hay que trabajar el duelo. Cuántas familias perdieron seres queridos de un momento a otro producto de la pandemia y otras personas que perdieron familiares, no por el covid, por enfermedades que no se pudieron tratar a tiempo”, comenta.

Para la académica, la salud mental es algo fundamental a tratar posterior a la pandemia y lo que nos permitiría sanar heridas y construir una sociedad mejor: “Si tú tienes una familia sana, desde el ámbito de su salud mental, vas a poder incorporarlos a la comunidad y generar una sociedad de condiciones determinadas absolutamente diferentes y mejores”.

Otro de los puntos importantes que deben considerar posterior a la pandemia es cambiar la idea de una salud que cure enfermos a una que prevenga enfermedades.

“La salud básicamente debería estar orientada a todo lo que es lo comunitario, porque si tú tienes una mirada, más bien, desde la prevención y desde la promoción, entonces en el fondo nos vamos a centrar a trabajar para prevenir”, afirma.

La enfermera aclara que una salud con enfoque social y comunitario debería ser el sistema de salud que prime en el futuro, un sistema de salud que “trabaje para la sociedad y con la sociedad” y que se “vincule tanto con el acceso a la salud de las personas, como con sus territorios en busca de una mejor calidad de vida”.

“Ni este Gobierno ni ninguno se ha hecho mucho cargo de todo lo que es el tema de las políticas a nivel comunitario. Siempre los esfuerzos van centrados, habitualmente, en el tratamiento, la rehabilitación y la recuperación; sacando algunas políticas comunitarias”, revela Krumell.

Esta propuesta de salud comunitaria, social y orientada en la salud mental, según la académica UAHC, será el cambio fundamental en nuestro sistema de salud a futuro. Un cambio que también deberá transformar a los equipos de salud que hoy trabajan y que han aprendido a desempeñarse de manera más comunitaria.

“Nuestro trabajo también deberá cambiar con lo que hemos aprendido”, relata la enfermera. “El equipo de salud aprendió a mirarse, aprendió a trabajar todos juntos, a tener un ritmo, a decir ‘si tú no estás, yo no estoy’ y a saber que cada uno es importante, que es fundamental que el otro esté ahí con uno para salir adelante”.

“El personal de salud no será el mismo después de la pandemia. Maduró”, argumenta.

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