¡¿Legalizar qué?! La propuesta de Daniel Jadue sobre drogas y la experiencia de otros países

En su programa el candidato presidencial Daniel Jadue (PC) ha propuesto legalizar, escalonadamente, todo tipo de drogas. Países como Uruguay y Portugal han demostrado que despenalizarlas es una buena manera de regular el consumo, mas no tanto el narcotráfico.


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Revuelo causó la afirmación que Daniel Jadue (PC), candidato del pacto Chile Digno, realizó al responder la pregunta del periodista Matías del Río (TVN), sobre la legalización de la cocaína y la pasta base en el debate de primarias presidenciales de Anatel, a sólo una semana del día de las elecciones.

“En una fase posterior, sí”, expresó el actual alcalde de Recoleta sobre legalizar aquellas drogas, aclarando que dicha autorización será “con una entrega regulada para los adictos desde el aparato del Estado, de tal manera de poder anticipar el consumo conflictivo”.

El propósito de esta nueva regulación es que el dinero que se ocupa hoy en la guerra contra el narcotráfico, que según las propias palabras del candidato es una guerra perdida de 50 años, se utilice para la prevención, la rehabilitación y para el desarrollo de cultura, arte y deporte.

“Escuché bien? Legalizar la pasta base???”, tuiteó un militante de Convergencia Social (CS), durante la emisión debate. “Escuché lo mismo wn… \Ö/ \Ö/“, le contestó Giorgio Jackson, diputado de Revolución Democrática (RD) y parte del comando del presidenciable Gabriel Boric.

Es que la declaración de Jadue llamó la atención de todas y todos. En redes sociales justificaban diciendo que tal vez quiso decir “despenalizar” en vez de “legalizar”, pero la realidad es que en vivo y en directo, por lo cuatro canales de televisión más grandes del país, dio a entender que legalizaría la cocaína y, peor aún, la pasta base.

¿Y qué dice su programa de Gobierno?

El documento de 209 páginas titulado Para un Chile Digno, verde y soberano, plurinacional e intercultural, feminista y paritario habla de legalizar el acceso a la marihuana en sus tres vías de acceso: uso medicinal y recreativo, los cultivos y la venta controlada.

También propone fomentar la producción nacional de cannabis y cáñamo industrial, junto con reparar a las víctimas de la Ley 20.000, personas que en su mayoría han sido criminalizadas por su consumo.

En el ámbito de las drogas más duras, el programa de Daniel Jadue propone generar un debate en torno a su comercialización, despenalización y legalización: una venta bajo empadronamiento, en expendios habilitados y con un control directo de calidad y cantidad.

Pero, ¿es realmente la propuesta de Jadue tan descabellada? ¿Deberían, efectivamente, legalizarse las drogas más duras como la cocaína y la pasta base? ¿Es lo mismo despenalizar que legalizar? ¿Hay experiencias exitosas?

El Informe Mundial sobre las Drogas 2020 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) reveló que más de 269 millones de personas usaron drogas durante el 2018, número que probablemente se encuentre en aumento producto de la pandemia, que también ha ocasionado escasez y alza de precios.

Despenalizar y legalizar: ¿son lo mismo?

A pesar de la controvertida afirmación que Daniel Jadue hizo en el debate, esa misma madrugada tuiteó su aclaración, asegurando que la “pasta base” no estaría dentro de su programa de control y regulación de drogas.

“Sobre la drogas, no puse acento en que preguntaron tanto por cocaína como por pasta base. La verdad es que la segunda no está considerada en la legalización escalonada, porque más que una droga es un residuo, que con la implementación de nuestro programa dejaría de existir”.

Reproducir vídeo
Resumen debate de Apruebo Dignidad.

La legalización escalonada, como ya lo había explicado Jadue en otro debate, es la descriminalización del uso de drogas en tres etapas, siendo la marihuana la primera de todas y subiendo de peldaño hacia otras drogas naturales y sintéticas mas duras, según un modelo de reducción de riesgos y daños que contará con la participación de la comunidad científica, académica y la ciudadanía

Pero legalizar las drogas ¿es lo mismo que despenalizarlas?

Según el director social del Hogar de Cristo, Pablo Egenau, en una entrevista que dio para La Revista de la Defensoría Penal Pública, ambos términos no significan lo mismo.

«Cuando los narcos entran en conflicto no es por el mercado del cannabis, sino por otras sustancias u otras cosas. No hay que olvidar que la mayoría de las bandas no sólo venden drogas.»

— Rosario Queirolo, politóloga uruguaya.

 

Para él, despenalizar “apunta a alejar a los consumidores del dominio penal, obligando a los Estados a dar respuestas sociales y salubristas, centradas en las necesidades particulares de un colectivo muy heterogéneo de personas”. Mientras que legalización, “busca regular -a través de una normativa- las posibilidades de libre acceso a determinados grupos, para consumir esas sustancias en ciertos entornos también regulados”.

Entonces, ¿qué propone finalmente Daniel Jadue?

El programa del Gobierno de Chile Digno apunta hacia ambos términos: por un lado, quitar el estigma social de delito que tiene el consumo de drogas y, por otro, regular el expendio de drogas desde el Estado con un “seguimiento de los consumidores por los establecimientos de salud primaria y la eventual derivación a establecimientos de rehabilitación en los casos agudos de dependencia de las drogas”.

Ya son varios los países que han legalizado y despenalizado las drogas con distintos programas y sistemas. España y Países Bajos han implementado cafés para la venta y consumo de drogas; Canadá fue el primer país del G-20 que legalizó la marihuana; Uruguay fue quien dio el puntapié inicial y quien lleva la delantera en temas de producción, venta y consumo; mientras que Portugal es el caso más exitoso en el mundo.

¿Qué han hecho los otros países?

Uruguay fue el primer país en el mundo en legalizar la producción y el consumo de marihuana. Desde mayo del 2014, cada persona que pise el territorio oriental sudamericano puede acceder a este tipo de droga sin ningún tipo de pena. El Estado es quien regula el comercio, encargado de la venta, la distribución y hasta el cultivo de cannabis.

Antes de que estuviera permitido, la discusión giraba en torno a qué tan beneficioso podría ser, tanto para la sociedad, como para el Gobierno y los actuales consumidores de marihuana aprobar su legalización.

Entre los debates, se pensaba que los dealers o bandas del narcotráfico iban a atacar las farmacias que administrarían la cannabis, como también que miles de personas andarían como zombis deambulando drogadas por las ciudades, pero nada de eso pasó. Lo que sí pasó, fue la libertad de consumir en espacios públicos. El uso de marihuana se normalizó y las personas pasaron de cometer un delito a ser simples consumidores.

En una entrevista en Ciper, la politóloga uruguaya Rosario Queirolo asegura que uno de los mitos sobre la legalización de la marihuana era que se iba a combatir el narcotráfico.

“Esa fue la fantasía también en el origen de la legalización en Uruguay: que iba a tener efecto en reducir los crímenes relacionados a las drogas. Y eso es un disparate”, expresa la académica de la Universidad Católica del Uruguay.

Según Queirolo, esto ocurre porque la marihuana no es una sustancia que lleve a las personas a cometer delitos, ni mucho menos que genere tanta dependencia como para que sus consumidores cometan delitos para obtener una nueva dosis. Además, que tampoco es el principal negocio de las bandas de narcotráfico.

“Cuando los narcos entran en conflicto no es por el mercado del cannabis, sino por otras sustancias u otras cosas. No hay que olvidar que la mayoría de las bandas no sólo venden drogas, sino que pueden traficar armas, se vinculan con los robos en barrios o con el robo de autos para vender sus piezas, o se dedican a la trata de blancas. Entonces, creer que la legalización de la marihuana puede reducir la violencia o derrotar al narco es un disparate”, aclara la politóloga.

El modelo de Uruguay ha sido copiado en varios países, pero con ciertas modificaciones. En algunos estados de Estados Unidos, por ejemplo, el comercio de la marihuana lo maneja el mercado; en España es legal el consumo, posesión y cultivo, pero en espacios privados; mientras que en Canadá se aprobó la cannabis con la misma regulación de las bebidas alcohólicas y en Vancouver permiten a los adictos a la heroína inyectarse en lugares clínicos especiales para ello. Sin embargo, ningún país se compara a Portugal: la nación donde todas las drogas están permitidas.

El caso de Portugal ha sido digno de estudios y análisis desde que se implementó. Nadie ha ido tan lejos como despenalizar todas las drogas, teniendo como base la lucha contra el narcotráfico y la descriminalización del consumo.

Hace veinte años comenzó a entrar en vigencia la nueva estrategia: despenalizar el consumo de aquellas personas que llevasen consigo un máximo de 10 dosis de una droga. Este cambio de paradigma ha provocado un giro cultural, cambiando la mirada hacia los drogodependientes, dejando de ser para todas y todos los ciudadanos portugueses unos delincuentes.

Entre las nuevas medidas, se aplicaron programas de atención, se sustituyó la heroína por metadona y se incluyo a las personas con consumo problemático en el sistema sanitario para atender sus enfermedades. ¿Los resultados? Según la Agencia Piaget para el Desarrollo (APDES, por sus siglas en portugués), en veinte años los consumidores de heroína y cocaína han bajado de un 1% a un 0,3%, los casos de VIH ligados al consumo han disminuido a la mitad y las personas privadas de libertad a causa de delitos relacionados a las drogas han descendido del 75% al 45%.

Pero ¿cómo lo hicieron?

El éxito de este modelo se debe a las medidas sociales que implementó Portugal y en el aumento de fondos para los servicios de prevención, la atención médica y los servicios a los adictos.

Mediante espacios supervisados, conocidos como narcosalas, el Gobierno portugués se hace cargo de quienes padecen consumo problemático o son drogodependientes. El sistema de salud entrega, gratuitamente, materiales esterilizados a quienes se inyectan, facilita la metadona a quienes buscan dejar la heroína, y también entrega alimentos, mientras se encuentran en el lugar; siendo un espacio seguro para quienes tienen dependencia a las drogas.

De esta forma, las personas con problemas de consumo nunca más fueron consideradas como maleantes o infractores, sino que hoy son vistas como personas enfermas. El éxito de Portugal se debe a su enfoque social, enfretando a un problema que hasta hoy se ha atacado con armas, con una estrategia sanitaria, poniendo a disposición toda la atención de salud para impedir el crecimiento de muertes y consumo problemático que tenían hace veinte años.

A pesar de los positivos números que ha entregado esta estrategia, con una importante disminución de consumo problemático y una baja de delitos en torno a las drogas, el narcotráfico no ha podido detenerse. Por vías marítimas la droga sigue llegando a Portugal como la puerta de entrada a Europa.

Solo durante el 2020, los oficiales portugueses detuvieron a más de tres mil sospechosos de narcotráfico, incautando 35,3 toneladas de hachís, 10 de cocaína, 42,2 kilogramos de heroína y más de 24 mil pastillas de éxtasis.

Hasta ahora la lucha contra el narcotráfico continúa en todos los países. Ninguno ha podido decir que le ha ganado al comercio de las drogas. Ni Uruguay, ni Estados Unidos, ni Canadá, tampoco España ni Portugal. Lograr cambiar la percepción de las personas que consumen drogas es un avance, sin embargo, aún falta mucho.

Daniel Jadue, con su turbante propuesta de las drogas, podría convertir a Chile en una pequeña Uruguay o una versión americana de Portugal. Sin embargo, lo que falta, hasta ahora, son políticas efectivas para el tráfico de drogas y terminar con los crímenes que estas bandas conllevan, algo que aún nadie ha podido resolver.

Bonus track: el mito de Amsterdam

A diferencia de lo que se cree, en Países Bajos las drogas son ilegales. No está permitido producir, poseer, vender, importar ni exportar drogas, y lo único que, hasta ahora, se ha despenalizado es el consumo de drogas blandas, en especial, de cannabis. Los únicos reconocidos que pueden vender este tipo de droga son los coffee shops, que pueden comercializar hasta 5 gramos de marihuana al día por persona, teniendo prohibida la venta a menores de 18 años y hacer publicidad.

El problema de la legislación neerlandesa es la llamada “puerta de atrás”. Los propietarios de los Coffee Shops deben comprar su mercancía en un mercado que sigue siendo ilegal. Ellos pueden vender marihuana en la puerta principal de sus tiendas, pero no pueden comprar aquella mercancía por ahí mismo y deben hacerlo por la puerta trasera, a escondidas. Aquí existe un vacío legal, pues este sistema fomenta el narcotráfico y dificulta el control de los productos. Incluso, han existido casos en que han sido detenidos proveedores por transportar marihuana a los Coffee Shops, así como también los propietarios por adquirirla.

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